VIAJE AL INTERIOR DEL VERBO: SER

Me llamo Javi y viajo por el «Univerbo» con mi nave espacial explorando todos los verbos que me encuentro en el camino.

SER

Ser o no ser, esa es la cuestión. Pues depende de muchos factores. No comparto para nada esa frase con la que mucha gente se identifica y que dice que siempre son iguales. Lo habréis escuchado mil veces:

– Yo soy igual siempre con todo el mundo, en cualquier situación y en todo momento.

Lo dudo mucho, pero en el caso de que fuera cierto me da la sensación que el dueño de esta afirmación es más un robot que un ser humano, ya que es imposible ser igual todo el tiempo o ser de la misma manera con todo el mundo o en cualquier lugar. Más que nada porque si algo nos enseña la física es que todo está sujeto a un constante cambio.

Sin embargo, sí estoy de acuerdo con que todas las personas tenemos una esencia que nos hace únicos e irrepetibles, pero esa esencia también está sujeta a cambios. Todo cambia y nosotros también. Nuestra manera de actuar, de relacionarnos, de caminar por el mundo, de ver la vida, etc. Todo cambia a cada momento y nosotros también. ¿Eres igual con tu hijo que con tu hermana? ¿Eres la misma persona con tu jefe que con tu mejor amigo? ¿Eres la misma persona con tu compañera de trabajo que con tu marido? ¿Eres la misma con tus nietos que con tu peluquera? ¿Eres lo mismo en cualquier en la infancia que en la tercera edad?

¿Somos lo que hacemos en cada momento?

Por ejemplo: Si ayer mostraste generosidad con alguien y hoy eres egoísta con otra persona, ¿Con cuál de los dos te quedas? ¿Quién eres? Sin embargo, hay personas que se anclan en ese punto de vista de “Yo siempre el mismo” porque creen que si modifican su discurso están traicionando a su yo más sagrado. A su esencia. Nada más lejos de la realidad. Las personas mostramos lo que somos y quién somos por nuestros actos y no por nuestras palabras.

Durante la vida nos ocurren muchas cosas. Nos suceden hechos que nos cambian, nos modifican. La vida nos llena de eventos que no controlamos y que ni tan siquiera esperábamos que pasaran pero pasan. Detrás de cada uno de esos hechos existe un aprendizaje y el propio acto de aprender lleva a la evolución personal. También puede ocurrir todo lo contrario y que exista una involución con cada evento que ocurra en nuestra vida. De todas maneras, también en este caso dejamos de ser una cosa, para ser otra.

Desde este punto de vista es imposible que siempre seas la misma persona porque la propia vida nos va modificando. Tú no eres igual que hace 15 años ni yo tampoco. Ni tan siquiera somos iguales que el año pasado. Por lo tanto, ¿Cómo se puede ser siempre el mismo? ¿No has evolucionado? ¿No te ha ocurrido nada? ¿Tu cuerpo es el mismo? ¿Tu mente es la misma? ¿Qué has aprendido? ¿Cómo te ha tratado la vida? Entre otras muchas cosas somos el resultado de nuestras decisiones, de nuestros actos y de las cosas que nos ocurren.

Las personas que se muestran siempre estáticas en sus razonamientos y que no están abiertas mentalmente al cambio son las personas que serán siempre iguales o mejor dicho que siempre se definirán como que son iguales y te dirán que son lo que son y que no han cambiado. Lo malo para ellos es que el cambio quieran o no quieran se produce igual. Diferente es que tú no me dejes ver el cambio que hay dentro de ti porque el tamaño de la máscara que llevas puesta es demasiado grande. Todos utilizamos máscaras. Lo que ocurre es que algunas personas las llevan puestas más tiempo y de manera más pronunciada que otras.

Existe una especie de presión social con la que debemos luchar que parece indicarnos cómo debemos ser como si hubiera una élite intelectual que supiera que le conviene al resto de personas. En esta vida, ¿Hay que ser de una determinada manera para sobrevivir o vivir mejor? ¿Simplemente debes aceptar ser lo que eres? ¿Debes procurar ser “mejor” cada día? ¿Debes saber quien eres? ¿Debes limitarte simplemente a “ser” de verdad? Me decanto por las últimas sin menospreciar al resto de preguntas. Yo pienso que antes de modificar nada primero debemos saber lo que tenemos o mejor dicho quién somos o qué somos. Al igual que en otros blogs vuelve a aparecer la palabra compromiso.

¿Hasta qué punto de autoexploración y autoconocimiento has llegado? La cosa es simple y difícil a partes iguales: ¿Quieres saber quien eres? ¿Quieres saber quien eres de verdad? Descúbrelo. Descúbrelo y quizás cuando llegues a las entrañas del asunto no te guste tanto conocerte de verdad o quizás sí. Tal vez, una vez sepas quien eres de verdad descubras que eres el tipo de persona que siempre quisiste ser y te sientas cómodo en tus zapatos o quizás descubras que te odias a ti mismo o todo lo contrario. Si es así, mejor para ti, pero nadie lo puede descubrir hasta que no se da el permiso real para hacerlo.

Hay una película que he visto varias veces y que se llama El guerrero pacífico en la que el maestro apodado Sócrates le pregunta al alumno:

  • ¿Qué eres?

El alumno contesta:

  • Este momento.

Estoy bastante de acuerdo con esta afirmación. No somos más que el momento que habitamos. No somos más que el momento que estamos viviendo.

No somos la discusión que tuvimos con el jefe ayer por la mañana y tampoco somos el accidente que tuvimos hace 3 años. Tú y yo somos este momento siempre y cuando estemos presentes en este momento y lo estemos habitando en su plenitud entregándonos por completo a este momento. Eso no quiere decir que nuestra esencia desaparezca y que toda la responsabilidad recaiga en el momento. Para nada.

Si tú no te conoces y no sabes quien eres en profundidad, ¿Cómo lo vamos a hacer los demás? ¿Cómo vamos a saber los demás quien eres si no lo sabes ni tú? Hace falta mucho valor para viajar a las profundidades de tu persona y descubrir quién eres realmente. Muchas de las personas que suelen decir que se conocen mucho a ellas mismas son las primeras que están lejos de poder hacerlo y muchas de las personas que te aseguran conocerte a ti mucho me atrevo a decirte sin saberlo que apenas saben quien son ellos y mucho menos saben quien eres tú.

Esto no va de ser bueno o malo, o de ganar o perder. Se trata de ser uno mismo. Puede que nos lleve toda la vida descubrir quien somos o llegar a ser lo que queremos ser si es que no estamos cómodos en estos zapatos. Hace poco alguien cercano a mí que tiene sesenta años me dijo que por primera vez en su vida sentía que estaba siendo quien realmente era de verdad y que descubrirlo le llevó mucho tiempo y que por fin estaba llevando el tipo de vida que quería llevar. Esta persona me dijo una frase que me hizo pensar mucho:

  • Ahora sé quien soy y ahora es cuando todo tiene sentido.

Se trata de algo jodidamente cierto. Se trata de cómo las personas podemos llegar a perder el sentido de auto reconocimiento hacia nosotros mismos y perder de esta manera la conexión con nuestra esencia hasta el punto de sentirnos totalmente perdidos como si habitáramos en la mente y el cuerpo de un desconocido y nos preguntáramos: ¿Quién soy? Y esto puede llevar a otras preguntas: ¿No sé quién soy porque lo he olvidado? ¿No sé quién soy porque nunca lo he sabido? ¿No sé quién soy porque llevo mucho tiempo en una vida en la que no encajo?

Voy a poner un ejemplo un poco catastrófico exagerando ciertos puntos para que lleguemos a ciertas conclusiones:

Toda una vida en un trabajo que no te gusta, con una pareja a la que hace tiempo que ya no quieres, con unos hijos que no te valoran y que además dejaste sueños y propósitos en la vida para criarlos y que por si fuera poco como no podía ser de otra manera te entregaste en cuerpo y alma a esta causa, pero ahora miras atrás y piensas: ¿Y yo qué? ¿Esto es lo que quiero? ¿Esto es lo que soy? ¿Esto es lo que era?

No estoy criticando a los padres o el querer formar una familia ni mucho menos. Muchas personas descubren qué son de verdad con el milagro de la vida que es tener un bebé y formar una familia y eso simplemente es algo que se tiene que celebrar que haya personas que conecten con su verdadera esencia o con su ser siendo padres y que se sientan plenos. Yo hablo de otra cosa. Hablo de la gente que vive una vida que no es la suya y que no se sienten conectados con ellos mismos, pero no nos engañemos pensando que el ejemplo que he puesto es el único que viene a cuento a la hora de desconectar de la propia esencia. Hay muchos escenarios que pueden desconectarnos o conectarnos con nuestra esencia: Trabajos, amigos, pareja, lugares, entornos, conflictos, situaciones, etc.

¿Cómo te sientes en este momento mientras lees? ¿Sientes que en este momento de tu vida estás más cerca de lo que tú realmente eres o estás más lejos de lo que realmente tú eres?

Otro ejemplo de desconexión muy común:

Yo quería estudiar humanidades, pero mi padre o mi madre querían que yo fuera abogado y al final me decidí a estudiar derecho. Traicionar a lo que tú eres para hacer feliz a otra persona no creo que sea la mejor solución. Esto lo único que hace es desconectar a la persona de quien realmente es y con esto no estoy diciendo que no haya que hacer caso o que sí haya que hacer caso de los padres. Lo que estoy diciendo es que si no te escuchas a ti mismo y no sabes realmente lo que eres, lo que quieres ser o hacia donde te proyectas, nunca alcanzarás la felicidad plena porque siempre harás las cosas para que otros sean felices y nunca sabrás quien realmente eres o si lo sabrás pero en silencio.

Puedes vivir toda la vida en otros zapatos que no sean los tuyos. Hay personas que lo hacen sacrificando sus verdaderas esencias por otros motivos como pueden ser los hijos o los supuestamente trabajos más rentables o correctos, o hacer felices a otros siendo ellos mismos menos felices, etc., etc. A algunas de estas personas se les nota más y a otras se les nota menos, pero tal y como hemos dicho antes, todas las personas tenemos la máscara que sabemos perfectamente cómo sacárnosla o ponérnosla en determinados momentos.

Hazte la pregunta:

¿Cuántas personas hay en tu vida que tú piensas que no son quien dicen ser? ¿Cuántas personas hay en tu vida que tú piensas que se traicionan a sí mismos siendo como aparentan ser? ¿Eres tú uno de ellos?

Las cosas que nos ocurren modifican lo que realmente somos. Os cuento mi momento actual:

Tengo pericarditis y siento que me ahogo cada dos por tres y por lo tanto debo hablar lo mínimo posible, me dan mareos y siento un dolor constante en el centro del pecho como si me estuvieran dando puñetazos uno tras otro sin parar en esa zona de mi cuerpo. Además de las taquicardias que tampoco desaparecen. He tenido que dejar el trabajo y tengo que hacer reposo absoluto en cama. Por supuesto, los médicos me han prohibido hacer deporte y tener relaciones sexuales. Os lo cuento simplemente para analizar quién soy ahora mismo con esta nueva situación en mi vida porque antes he llegado a la conclusión de que somos el momento presente.

¿Quién soy ahora?

Creo que como seres humanos que somos (Valga la redundancia) tenemos la capacidad de adaptarnos a las cosas que nos van ocurriendo en la vida y las enfermedades son parte de este proceso en el que podemos sentir que somos o que no somos en mayor o menor intensidad.

Ahora mismo siento que no soy yo porque mi cuerpo no está preparado para moverse como siempre me muevo y mi vida se ha visto limitada. De repente, tienes que parar tu rutina diaria durante un tiempo que no es corto y que es indefinido para curarte, pero tal y como he dicho al principio del blog: No siempre somos lo mismo porque todo está sujeto al cambio. De aquí a unos meses seré otra cosa. Mañana seré otra cosa. En cada momento nuestra esencia se ve modificada por nuestros actos y las cosas que nos ocurren. Es un proceso que va de fuera hacía dentro.

¿Te has preguntado cuáles son los entornos o escenarios en los que puedes “ser tú mismo” con mayor facilidad? Podemos “ser” muchas cosas, pero si nos sentimos a gusto será más fácil ser lo que somos o mostrarnos tal y como somos. ¿Cuántas veces has escuchado la frase esa de “contigo puedo ser yo mismo o yo misma”? Si tú estás a gusto con alguien siempre tendrás más posibilidades de ser tú mismo o tú misma porque sientes que puedes mostrarte tal y como eres (o tal y como tú crees que eres) y no te sentirás que estás siendo juzgada o juzgado. Personas así no siempre abundan, pero cuando uno se encuentra a alguien así vale la pena detenerse y reflexionar sobre ello. Aquello en lo que nos queremos convertir es aquello que acabaremos siendo si es que debe ser así.

Un libro: “Deja de ser tú”de Joe Dispenza

Un libro:“El ser y la nada” de Jean-Paul Sartre

Una película: El guerrero pacífico de Víctor Salva

Un refrán: Es más fácil copiar que ser original

Una frase: En todo momento estamos dejando de ser lo que fuimos, estamos siendo lo que somos, y estamos comenzando a ser lo que seremos. (Alejandro Jodorowsky)

Una pregunta: ¿Qué quieres ser de mayor?

Ser o no Ser, esa es la cuestión: Es la primera frase del famoso monólogo de Hamlet en la obra de William Shakespeare.

Hasta aquí el blog de hoy. ¿Te animas a comentar sobre “Ser”?.

Todo continúa y nada es definitivo. Lo de hoy es un punto de partida para seguir explorando sobre este verbo. Te invito a subirte a mi nave espacial y reflexionar y agregar lo que quieras en el espacio de hoy sobre el verbo Ser.

¡Muchas gracias y un saludo!

JAVIER MILÁN JEREZ

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