VIAJE AL INTERIOR DEL VERBO: OBSERVAR

Me llamo Javi y viajo por el “Univerbo” con mi nave espacial explorando todos los verbos que me encuentro en el camino.

OBSERVAR

Te propongo un juego:

Detente delante de algo a lo que normalmente no le prestas ningún tipo de atención. Una vez lo tengas delante te pido que dirijas tu mirada hacia el objeto (o lo que sea) intentando extraer con suma atención el máximo de detalles posibles. Simplemente concéntrate y obsérvalo pero obsérvalo de verdad, no solo con los ojos. Obsérvalo con todo tu ser. Obsérvalo con toda la intención y atención del mundo. Una vez que lo hayas hecho te invito a reflexionar sobre ello:

¿Qué has descubierto? ¿Qué forma tiene? ¿Qué tamaño tiene? ¿De qué material está hecho? ¿Qué sensaciones te produce? ¿Es un objeto? ¿Se trata de un animal o de una persona? ¿Se mueve? ¿Cómo se mueve? ¿Descubriste algo diferente que no habías descubierto anteriormente? ¿Qué fue lo que descubriste?

Seguramente has descubierto nuevos detalles que antes simplemente te pasaban desapercibidos y es aquí precisamente donde se encuentra el kit de la cuestión, ya que cuando observamos de verdad, algo se modifica en nosotros por el flujo de información que estamos permitiendo que entre en nuestro interior. Por lo tanto, podemos agregar la siguiente definición:

Observar es abrirse al mundo que nos rodea.

Se trata de un acto consciente que requiere cierto esfuerzo e implicación por nuestra parte. Desarrollar nuestra capacidad de observación nos permite vivir una vida más plena sin lugar a dudas.

¿Te has fijado alguna vez cómo observa un depredador antes de lanzarse a por su presa cuando está cazando? Busca un documental sobre animales que cazan y observa a cualquiera de ellos con muchísima atención mientras coloca su cuerpo y se mueve sigilosamente para no hacer ruido mientras su mirada no se separa de su presa. Está estudiando y analizando cada paso que da su presa. Todo su ser está implicado en la observación. Lo último que quiere es dejarse descubrir y ahuyentarla. Por este motivo esperará el momento adecuado para atacar. Sabe lo que se juega. Tiene que comer. No hay otra opción. Tiene una motivación y compromiso total con el momento presente. Su capacidad de observación junto con otros aspectos (de los que ahora no hablaremos) son fundamentales para su supervivencia.

No se puede observar algo con detenimiento pensando en mil cosas a la vez o dejándose distraer por otras mil cosas y esto el lince lo tiene claro. Por lo tanto, podemos añadir que observar de verdad tiene que ver con el firme compromiso que tengamos a la hora de realizar dicha acción.

¿Te has preguntado cómo observas y escuchas una película cuando vas al cine?

De entrada es muy curioso cómo de camino al cine podemos encontrarnos con un conocido y decirle que vamos a ver una película. La realidad aunque es obvia es que también vamos a escucharla. Es interesante darse cuenta y reflexionar sobre el hecho de que vivimos en una época y en una sociedad en la que lo visual tiene más fuerza que lo sonoro, pero volvamos al séptimo arte. El compromiso con la película por la cual nos hemos desplazado hasta el cine y por la cual hemos pagado una entrada es mayor que si la hubiéramos visto en casa, puesto que hemos activado otro tipo de resortes dentro de nosotros y este mismo compromiso aparece en otras facetas de nuestra vida.

¿Cómo observamos cuando nos vamos de vacaciones a un lugar en el que nunca hemos estado antes y teníamos muchas ganas de visitar? En este tipo de viajes todo es nuevo e interesante y cada cosa que observamos nos nutre de manera significativa. Recuerdo la primera vez que fui a Florencia y pude ver de cerca al famoso David de Michelangelo. Desde entonces he vuelto muchas veces y siempre vuelvo a visitar esta majestuosa estatua de 5,17 metros de altura e intento hacerlo como si fuera la primera vez. Sin juicios. Implicado en el momento presente. Si me preguntas por la estatua soy capaz de describirla con gran exactitud por el compromiso que adquirí conmigo mismo y con la estatua cada vez que la tuve delante. No solo mis ojos estaban con el David de Michelangelo, sino que también lo estaban mi cuerpo y mi mente. Como dije antes, si queremos observar con la certeza de que lo estamos haciendo bien, debemos comprometernos con aquello que estamos observando.

Es importante tomar consciencia de qué observamos y de por qué lo observamos y para qué lo observamos porque si no sabemos los motivos por los cuales observamos nos da igual si observamos plenamente o todo lo contrario. Salgamos a la calle y simplemente observemos cualquier cosa por muy insignificante que nos parezca y hagámoslo con la mayor humildad y curiosidad posibles como si fuera la primera vez que salimos al mundo exterior. Intentemos evitar cualquier mecanismo interior de protección como los prejuicios o la pereza por citar algunos. Debemos mantenernos firmes y luchar contra todo aquello que perturbe nuestra actividad. Es nuestro momento y nada debe impedir que lo disfrutemos. El enfoque es lúdico. Se trata de un juego. Nada más y nada menos que un juego.

Salir a la calle a observar nos puede enseñar mucho y podemos aprender mucho. La calle está llena de información y estímulos. Te invito a observar como nunca antes lo has hecho en la gestualidad de las personas, cómo se mueven, como caminan, como hablan, como miran, como se sientan, como esperan mientras el semáforo se pone en verde para los peatones, si tienen prisa, si caminan muy despacio, como se comportan solos o en compañía, etc., etc.

Observa también la forma de las cosas, las distintas perspectivas, líneas, verticales, horizontales, círculos, colores, tamaños, formas que te vas encontrando y hazte preguntas que surjan mediante el ejercicio de la observación. Es importante que nos surjan dudas porque la curiosidad y el afán por saber mantiene vivo nuestro compromiso con lo que estamos observando. Intentemos penetrar mentalmente con aquello que estamos observando mediante nuestra imaginación. Intentemos penetrar en su función, en su historia, en cómo fue creado, y por qué está donde está. Observar es preguntarse cosas. Observar es una forma de investigar. Observar es ir paso a paso sin dejarse ningún detalle por el camino.

Pero no siempre aquello que podemos observar está fuera de nosotros. Los aspectos de nuestra persona en los que nos podemos enfocar desde nuestra capacidad de auto-observación son infinitos y tomar consciencia sobre ellos y observarlos detenidamente nos otorgará mayor conocimiento sobre nosotros mismos y por lo tanto mayor poder, libertad y autonomía. Observarnos con la intención de conocernos mejor es un acto de generosidad hacia nosotros mismos.

Sin duda vivimos en una época en la que las prisas, el estrés y la era digital (entre otros) nos intentan alejar de nuestra esencia con interferencias y distracciones superfluas. Quedar con alguien para tomar un café y que la persona esté más pendiente del móvil que de la conversación es un clásico de nuestros días. A veces podemos ser nosotros mismos la persona enganchada al móvil. Todo el mundo está expuesto a este tipo de tendencias contra las que hay que luchar. Si quedas contigo mismo para observarte será mejor que respetes la cita.

Lo fácil es un peligro que nos acecha constantemente y contra el que hay que luchar. Es mucho más fácil dar algo por sentado porque nos mantiene tranquilos en nuestra zona de confort y no requiere ningún tipo de implicación o esfuerzo por nuestra parte. Por eso mismo, debemos autoobservarnos y saber identificar aquello que no nos deja observar con claridad. ¿Qué puede ser? ¿Convenciones sociales? ¿Miedo? ¿Pereza? ¿Cansancio? ¿Falta de compromiso? ¿Falta de concentración? ¿Falta de motivación?

«La belleza está en los ojos de quien la mira»

Encuentra aquello que te motive. Encuentra la belleza en cada cosa.

El metro es un gran gimnasio para entrenar la observación porque hay muchas personas en un espacio reducido y en constante movimiento, a la vez que resulta muy interesante y divertido. El metro es todo un mundo y se rige por sus propios códigos. Allí observando he aprendido mucho sobre comportamiento. Por ejemplo la conexión visual o desconexión visual intencionada de las personas. Es muy curioso como hay personas que desconectan de manera voluntaria visualmente del entorno con excusas improvisadas que fabrican en el momento por ejemplo cuando no se quieren desprender de su asiento. Entra una persona mayor al vagón, pero se hacen los locos y se quedan sentados. Su cuerpo es delator, pero se esfuerzan y se comprometen con sus acciones improvisadas como por ejemplo hacerse los dormidos o de repente mirar el móvil o torcer el cuello hacia el lado contrario donde estaban mirando o simplemente mantener la mirada fija como si no vieran nada más. En el metro existen muchos grupos de actores sociales a los que es interesante observar. Uno de ellos son los carteristas que tienen muy desarrollada su capacidad de observación para extraer el máximo posible de información en el menor tiempo posible como el depredador que comentaba antes. Es muy llamativo verles entrar al vagón disimulando y hablando entre ellos, pero observando sin desear llamar la atención mientras buscan una persona que esté distraída o la que consideren que le van a poder robar sin que la persona se dé cuenta. No hablo del acto de robar que eso dará para otro blog, sino de la capacidad de observación de la que disponen porque la han desarrollado igual que el depredador que comentaba antes. Hay que decir que ni tan mal lo hacen porque aunque es verdad que muchos los pillan, también es cierto que la mayoría de las veces salen airosos.

Debemos observar el mundo con actitud curiosa como si fuera la primera vez. Pero, ¿Qué significa realmente observar? No soy un diccionario ni pretendo serlo. Lo que me interesa es trabajar mi imaginación y mi intuición para llegar a conclusiones.

Observar es olvidarse de uno mismo para centrar la atención en el otro o en lo otro.

Observar es llegar a una isla desierta que está lista para ser descubierta.

Observar es darle un sentido a las cosas que nos rodean.

Observar es detenerse en algo y darle importancia.

Observar es estar atento a la vida que ocurre delante de nuestros ojos.

Observar es archivar el conocimiento que está a nuestra disposición fuera o dentro de nosotros.

También es cierto que existen muchas y diferentes maneras de observar. Tantas como personas hay en el mundo.

¿Te has preguntado alguna vez cómo observas?

¿Cómo observas a quien amas?

¿Cómo observas a alguien a quien quieres mucho y se encuentra mal?

¿Cómo observa un sordomudo? ¿Con qué intensidad?

¿Cómo observas en tu interior cuando imaginas algo?

¿Cómo observas cuando cierras los ojos y te imaginas en ese lugar en el que te gustaría estar?

¿Cómo observas cuando cierras los ojos y te imaginas con esa persona con la que te gustaría estar?

Estoy seguro de que serías capaz de responder con gran precisión a cualquiera de estas preguntas.

Juguemos a observarnos…

¿Tu cuerpo se coloca igual en cualquier lugar?

¿Te sientas igual en el trabajo que en el sofá de casa?

¿Qué diferencias encontraste?

¿Cómo eliges aquello que merece la pena ser observado?

¿Cómo se recoloca tu cuerpo cuando te encuentras a alguien que no esperabas encontrarte?

¿Cómo miras de reojo?

¿Cómo se mantiene tu cuerpo en una cola que no avanza y no tienes más remedio que hacerla?

¿Cómo observas cuando te sientes observado?

Hasta aquí el blog de hoy, pero nada se acaba. Todo continúa y nada es definitivo. Lo de hoy es un punto de partida para seguir explorando sobre este verbo. Te invito a subirte a mi nave espacial y reflexionar y agregar lo que quieras en el espacio de hoy sobre el verbo Observar.

Me despido hoy con una frase que escuché en la película del Orfanato y que encantó: «No se trata de ver para creer, se trata de creer para ver».

Un libro: “Lo que hay que ver” de Miguel Durán.

Un refrán: Observar atentamente es recordar distintamente.

Una película: “Observar las aves” de Andrea Martínez Crowther.

Una frase: “Lo importante es saber lo que debe ser observado” de Edgar Allan Poe.

¡Muchas gracias y un saludo!

JAVIER MILÁN JEREZ

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