A VECES HAY QUE PERDERSE PARA VOLVER A ENCONTRARSE
Manuel se acerca dando tumbos a la cama donde se encuentra Judith totalmente piripi y se sienta a su lado mientras le quita el vaso de la mano con cierto aire de desaprobación. Manuel intenta disimular lo ebrio que se encuentra, pero la tarea le resulta imposible porque miente fatal y disimula peor y segundo porque la cogorza que lleva encima es mayúscula como si se hubiera dado un chapuzón dentro de un barril de cerveza y se lo hubiera tragado entero. Judith hace grandes esfuerzos para no reírse a carcajadas porque se da cuenta de que los dos están bien colocados y porque Manuel le dirige una mirada que busca algo de compasión, pero que lo único que provoca es risa.
JUDITH
No me mires así corderito degollado.
MANUEL
Que va. Lo que pasa es que no me dejas ayudarte.
JUDITH
¿Quién necesita más ayuda hoy? ¿Tú o yo?
Ahora es Manuel el que intenta no reírse mientras que Judith se le acerca para olerle la ropa en señal de burla, pero no se deja y se aleja unos pocos centímetros de su mujer, ya que no puede evitar acordarse de lo que han sido estos dos meses sin hacer el amor ni una sola vez. Tampoco le resulta agradable a Manuel llegar a casa un martes por la mañana y ver que su esposa se ha bebido casi dos botellas de Lambrusco ella sola, pero a la vez es consciente que él hace exactamente lo mismo y que no es nadie para dar lecciones. Ambos tenían un problema con la bebida antes del aborto no deseado y después de tan desagradable evento, el problema es ahora más grande. La única diferencia es que uno lo hace en el bar y la otra en la intimidad del hogar.
Entre Manuel y Judith nunca hubo una discusión ni una mala palabra ni un mal gesto, sino que simplemente después de la pérdida de su bebé se dieron cuenta de que hacía falta un espacio para el silencio dentro de la relación. Lo malo es que el espacio se fue haciendo cada vez más grande y el silencio duró más de lo esperado hasta que prácticamente dejaron de hablarse, pero hoy es el día indicado para arreglarlo o mandarlo todo a la mierda. Se desean muchísimo así que no hay motivos para no darle rienda suelta a lo que de verdad les pide el cuerpo en este momento. Hay que recuperar el tiempo perdido, ya que 2 meses sin follar ha sido demasiado para una pareja tan ardiente como ellos.
El estado de bienestar y la euforia que les produce el alcohol les acerca sin apenas darse cuenta. Manuel está un poco mareado, pero en su interior habita una voz que le dice que le arranque a su mujer ese pijamita tan sexy que lleva puesto de un mordisco. Judith por su parte tiene la mirada puesta en el bulto del pantalón de su marido que da señales de alegrarse de tenerla cerca. Se siente un tanto aturdida, pero eso no le está impidiendo imaginar a su marido embestirla fuertemente por detrás mientras la agarra con las dos manos de su larga melena.
JUDITH
Te he echado de menos.
MANUEL
Y yo a ti.
Las yemas de los dedos de ambos se buscan y al tocarse sienten como el bello de todo el cuerpo se les eriza. Las fuertes y grandes manos de Manuel recorren lentamente los brazos de Judith de arriba a abajo hasta que llegan a su cintura. Judith siente un escalofrío en su espalda baja mientras le muerde con firmeza pero con suavidad el lóbulo de la oreja izquierda a Manuel porque sabe que le vuelve loco cuando se lo hace.
Se abrazan con fuerza. No hacen falta palabras. Se trata de dos cuerpos que se atraen y que se vuelven a encontrar. No hay nada más fuerte que eso y los tragos que se han tomado cada uno lo están magnificando todo. Judith se siente deseada y cada vez más excitada. A todo esto Manuel ya le ha quitado la parte de arriba mientras se pierde en sus pechos como si fuera la primera vez que los posee entre su boca y sus manos.
Esas grandes manos que no se pueden estar quietas y siguen bajando hasta acariciar los firmes muslos de Judith. Las bocas de ambos se buscan para besarse con tanto amor e ira como quien reclama la presencia de un amante al que no se le ha visto el pelo durante un largo período de tiempo. Demasiado tiempo. La respiración se acelera y necesitan parar durante unos segundos para acariciarse el pelo y la cara. Se contemplan el uno al otro atentamente. No dicen nada en palabras, pero ambos saben lo mucho que se han echado de menos.
Judith realiza un pequeño y sutil movimiento con los labios indicando a Manuel que vuelva a la carga y a Manuel no se le pasa desapercibido. Manuel se abre camino arrancándole el pantalón de pijama con fuerza hasta dejarla completamente desnuda. Judith sonríe con picardía mientras su entrepierna se prepara para que le rindan el homenaje que sabe que está a punto de recibir. Está mojadísima.
Antes Manuel hablaba más durante el acto sexual hasta que conoció a Judith y se dio cuenta de que con ser buen amante ya bastaba y que no era necesario ser buen locutor de radio también.
JUDITH
Mira como estoy.
A Manuel le parece que está tocando el cielo y se siente dichoso como hombre al ver gozar a su mujer de esta manera y más después de un par de meses en los que ni siquiera se ha tocado a solas. Manuel se baja un poco los pantalones y los calzoncillos para mostrarle la dureza de su verga a su amada.
MANUEL
Y tú, mira lo que provocas mi amor.
Judith se relame para sus adentros y ayuda a su marido a sacarse toda la ropa a la velocidad del rayo. Manuel se tumba en la cama junto a Judith y empieza a acariciar y besar cada rincón del cuerpo de su bella esposa hasta llegar a su santo grial.
Judith coloca sus dos manos en la cabeza de Manuel acariciándole el pelo e indicándole aquello que más desea en este instante. Manuel está pendiente de sus gemidos, de sus expresiones, de cada gesto que ella hace y hasta de su respiración. Manuel empieza a besar suavemente por la zona de las ingles y poco a poco su boca se acerca a la vulva y comienza a lamerla. Sabe bien que antes de poner en marcha el vehículo hay que calentar los motores y en eso está. Despacito y buena letra. Manuel utiliza su lengua con suavidad para jugar y revolotear un poquito por los labios interiores y exteriores. Judith no cesa de gemir mientras cierra las piernas haciéndole saber a Manuel que quiere que pase al siguiente nivel.
Manuel empieza a rodear la campanita de Judith con la punta de su lengua. De repente para y sopla muy plácidamente y vuelve a la misión que le ha sido encomendada, apretando y succionando su clítoris mientras introduce dos dedos en su vagina y se ayuda de ellos para darle más placer. Poco a poco, Judith empieza a temblar y a estremecerse mientras cierra un poco más las piernas y aprieta la cabeza de Manuel cogiéndole del pelo con las manos.
JUDITH
Me voy a correr si sigues así.
MANUEL
Si, cariño. En mi boca.
A Judith le pone muy cachonda que su marido le diga que se corra en su boca. Manuel lo sabe bien y conoce muy bien ese tipo de temblores que está experimentando su mujer y está muy feliz de ser el causante de que aparezcan. Judith que se encuentra desatada, fuera de órbita con la espalda en forma de media luna retorciéndose de placer, con los ojos cerrados, gimiendo y gritando con la fuerza de mil mujeres.
JUDITH
Ahhhhhhhhhhh, me voy, me voy… ahhhhhhhhhhh que me corrooooo, uuuiiiii, ahhhhhhh
La boca de Manuel siente el sabor de la felicidad que expresa su esposa. Manuel se queda unos segundos allá abajo acariciando suavemente a su mujer y susurrándole a la vagina lo mucho que la ama mientras Judith sigue saboreando lo que acaba de pasar. Ambos tardarán en olvidar el día que se encontraron borrachos como una cuba en su piso. Manuel abraza a Judith con toda la pasión que puede tener un abrazo a la persona que más amas en el mundo por encima incluso de ti mismo. Judith le corresponde apretando su cuerpo con el de Manuel como si fueran uno solo. No pasan muchos minutos hasta que se intercambian los papeles.
JUDITH
Qué ganas tenía de tenerla en la boca.
Manuel está tumbado en la cama mientras su mujer le come el rabo con todas las ganas del mundo sin reservarse nada y se lo frota por toda la cara como a Manuel le gusta.
MANUEL
Quiero estar dentro de ti.
Judith no dice nada, pero sus palabras la vuelven loca. Lo suficientemente loca como para no querer volver nunca al mundo de los cuerdos. Sin pensárselo dos veces se sienta encima de él e introduce la polla de su marido en su vagina. ¡Por fin! Pensaron ambos a la vez. Judith comenzó a cabalgar lentamente, pero con firmeza mientras Manuel le acariciaba los pechos y le pellizcaba suavemente los pezones. Durante un instante se miraron fijamente a los ojos y sonrieron. Ella empezó a moverse con mayor fuerza y velocidad. A veces hay que perderse para volver a encontrarse.
JUDITH
¿Buscamos un bebé?
Manuel dedicó una leve sonrisa a Judith porque lo desea tanto como ella, pero se lo piensa antes de contestar.
MANUEL
¿Estás segura? Quiero dejar la bebida antes de pensar en…
Judith acerca su rostro al de Manuel y asiente con la cabeza sin dejar de moverse cada vez con más decisión. Manuel la tiene bien agarrada de las nalgas y siente que está a punto de explotar.
JUDITH
Dentro de mí.
MANUEL
Siiiiiii.
A veces hay que perderse para volver a encontrarse.
Javier Milán Jerez
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