VAMPIROS – TE DOY LAS GRACIAS

TE DOY LAS GRACIAS

Sé que estoy en un momento crucial. La vida tal y como la vivo ya no me resulta tan apetecible como hace 200 años y la paciencia es un preciado tesoro que perdí el mismo día que me arrebataron la mortalidad. En el fondo vampiros y humanos no somos tan diferentes. Si haces mucho daño a alguien y tienes algo de corazón, lo arrastrarás toda tu vida y si además tu vida es infinita porque eres un chupa sangre como yo, pues vas a tener muchos remordimientos a los que enfrentarte cada día.

También existe, como ya sabéis el problema de la presión social y el entorno vampírico no es una excepción. Una vez, hace cien años estaba yo en un Pub inglés en el Soho de Londres charlando amigablemente con cuatro vampiros que yo pensaba que eran de mi absoluta confianza. Estaba desahogándome y explicándoles que tenía pensado probar algún método alternativo de alimentación que no fuera la sangre humana. El resultado de aquella reunión no pudo ser más desolador. Un poco más y me matan. Menos mal que no soy ni tonto ni manco pero eran cuatro tipos experimentados en el arte de la lucha. Se ofendieron muchísimo y casi consiguen su propósito si no fuera porque pude huir. La noticia del vampiro que quería dejar de consumir sangre humana corrió como la pólvora y desde entonces me persiguen por todo el mundo para matarme.

Pasé mucho tiempo escondido en la selva amazónica con una tribu aborigen en la que conocí a la que hoy en día es mi mujer. Queremos ser padres pero no podemos hasta que yo no suelte de una vez por todas mi pasado. Desde el primer momento ella supo la verdad de quién era yo y lo que me ocurría. Precisamente fue su reacción lo que más me gustó de ella. Fue la primera persona en el mundo que no me juzgó ni tampoco me tenía miedo. Sus ojos reflejaban comprensión y empatía por mi situación como si supiera perfectamente en la situación en la que me encontraba. Rapidamente me cogió de la mano y me llevó junto con su tío que era el brujo de la tribu. Yo no estaba para nada convencido pero mi mujer insistió que si alguien podía «curarme» era su tío. Caminamos toda una mañana para llegar a lo alto de la montaña donde se encontraba su tío que estaba de pie en una roca y emitiendo unas sonidos muy extraños parecidos al lenguaje de las orcas. Nos estaba mirando fijamente como si ya supiera que íbamos a venir. Recuerdo que la primera vez que lo tuve delante de mis ojos dudé seriamente de sus capacidades como supuesto brujo. Su original forma de mantener el equilibrio con un solo pie, su enclenque cuerpecillo y su cara de sorpresa permanente y su mirada perdida me producían más ganas de reírme que otra cosa. Nada más lejos de la realidad.

Desde aquella roca en forma de hocico, me pidió que me acercará y accedí. Se sentó en la roca y me senté a su lado. Al instante, colocó sus manos en mi cara tapándome las orejas y los ojos. Pude escuchar como su voz retumbaba en el interior de mi mente y se apoderaba de mis pensamientos a la vez que sentía un fuerte calor que nunca había sentido antes en la espalda baja. Mi mujer me dijo que todo el proceso duró apenas tres o cuatro minutos, pero para mí fue como si su tío hubiera estado dentro de mi cabeza durante años. Cuando me tocó pude ver lo que sería mi existencia si conseguía librarme de mi pasado. No tengo palabras para describir lo que ese brujo logró hacerme. Fue como si mi cuerpo se desvaneciera completamente y perdiera la conexión con mi mente. Lloré desconsoladamente. Me sentí vacío. Añoré mi vida humana como nunca antes lo había hecho. Me odié a mi mismo por sentir este despreciable apetito que nunca se separa de mí. Nada de esto debería haber ocurrido. Había hecho daño a muchos pobres inocentes. ¿Qué derecho tenía por lo tanto a querer formar una familia? ¿Qué derecho tenía a recuperar mi vida pasada? ¿Merecía ser padre? ¿Y si nacían vampiros? Ni por asomo debía permitir que suceda algo así. 

La mitad del conjuro ya estaba realizada, pero faltaba la otra mitad. Según el tío de mi mujer debía matar al vampiro que me convirtió para que el hechizo se consumara con éxito total. He tardado mucho tiempo. Más de lo que me hubiera gustado, pero por fin he localizado después de muchos años de incesante búsqueda al vampiro que me convirtió y en estos momentos lo tengo a unos 10 metros de mí aproximadamente. Si lo mato el hechizo se completará y volveré a ser totalmente humano. Así son las cosas. Si mato al perro muere la rabia. 

Estamos en un restaurante y él está acompañado de una bella mujer. Hay cosas que nunca cambian. He modificado mi aspecto físico para que no me reconozca y voy vestido como si fuera un camarero del propio establecimiento para acercarme lo máximo que pueda y prenderle fuego en cuanto lo tenga delante.

Paso a paso estoy cada vez más cerca de él. Nada debe salir mal. Me juego muchísimo. Me juego mi paternidad, me juego la felicidad de mi mujer y la mía, me juego la vida de mucha gente que este desgraciado destrozará como destrozó la mía si no hago nada. Se lo debo a todas mis víctimas. 

Un momento. Me invade la duda. Tengo sentimientos contradictorios. ¿Por qué me  creo mejor que él si a él también hubo uno que lo convirtió? Entonces, ¿Qué hago aquí? ¿Voy a matar a un ser vivo igual que yo que corrió con mi misma suerte y que es esclavo del desgarrador destino que le tocó vivir? ¿Quién mejor que yo por lo tanto lo puede entender? ¿Quién mejor que yo puede empatizar con su arbitraria vida? Lo tengo delante de mí, pero me tiemblan las manos. Mis atuendos no sirven de nada y en cuestión de segundos me reconoce, se levanta, se coloca justo delante de mí y me dice mientras me coloca las manos en la cara tapándome los ojos y las orejas:

– Sé quién eres y a lo que has venido.

De repente, pierdo las fuerzas que me quedan y caigo redondo en un profundo sueño. Al despertar todavía siento unas manos que sujetan mi cara. Suavemente me suelta mientras me suelta Es el tío de mi mujer y seguimos estando sentados en la roca en la montaña. Mi mujer se me acerca y me abraza y traduce todo lo que le está diciendo su tío. Nada de lo que yo pensaba había ocurrido a partir del momento en el que el tío de mi mujer puso sus manos en mi cara. Todo formaba parte del hechizo que estaba realizando en mí y en el que yo debía aprender a dejar volar mi pasado vampiro en el mundo onírico.

Su tío me ha dicho que le he sorprendido gratamente. No todo el mundo aguanta la primera sesión y a veces ha muerto algún valiente enfrentándose con sus propios demonios aunque también me ha dicho que faltan muchas sesiones para que mi instinto como depredador desaparezca del todo.

Estoy decidido a ponerme en manos de este brujo hasta que me quite mi lado vampiro. Ha sido todo un detalle por su parte pasarme una tarjeta con su web, su número de cuenta, el precio de cada sesión y un bono de regalo si cojo 20 sesiones de golpe. Si fuera otro pensaría que es uno de estos gurús que te quieren sacar la pasta, pero es el tío de mujer y seguro que sólo quiere ayudar.

Te doy las gracias, gran brujo de la tribu de los Nutkir.

 

Javier Milán Jerez

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